Hoy, 26 de marzo, es el Día Mundial del Clima. Y yo, sinceramente, no estoy tan seguro de cómo celebrarlo. Vengo hace tiempo en una pequeña gran crisis profesional.
No, no niego la evidencia abrumadora del cambio climático ni el componente antropogénico. Sería absurdo hacerlo.
Pero algo me hace ruido…
¿No estaremos, una vez más, cayendo en una visión antropocéntrica del problema?
Nos preocupamos porque la Tierra se calienta, porque sube el nivel del mar, porque se pierden cosechas, porque nuestras ciudades están en riesgo.
Y sí, claro que importa. Pero… ¿y si la Tierra no gira en torno a nosotros?
Últimamente estuve leyendo bastante sobre los hallazgos más recientes en el estudio del paleoclima. Millones de años de transformaciones violentas, ciclos de hielo y fuego, extinciones, renacimientos, vida que aparece, muta, desaparece.

Y lo que emerge es una sensación aplastante: no sabemos nada.
O al menos, no tanto como creemos.
La Tierra ha pasado por glaciaciones totales, atmósferas tóxicas, océanos hirviendo, cielos oscuros tras impactos. Y acá estamos, una especie recién llegada, preocupada por si en 2100 hará 2 grados más.
Lo digo sin cinismo. Lo digo con amor.
Porque quizás de eso se trata: de amor y de respeto.
No es solo una cuestión de “sostenibilidad”, de “mitigación” o “transición energética”.
Es, quizás, una oportunidad para volver a sentirnos parte de algo más grande. Para recordar que la Tierra no es un recurso, es un ser vivo. Un sistema complejo, sensible, del cual formamos parte.
Me resuena cada vez más la Hipótesis Gaia, esa idea de que la vida y el planeta se coevolucionan, se regulan mutuamente, como un organismo vivo.
Y que lo que hacemos —o dejamos de hacer— no es neutro.
Este tiempo me encuentra en ese lugar: entre la ciencia y el vértigo existencial.
Entre los datos de CO₂ y el recordatorio de Carl Sagan:
“Ese punto azul es nuestro hogar. No hay indicios de que venga ayuda desde ningún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.”

No tengo conclusiones.
Solo preguntas.
Y una necesidad profunda de conversar con quienes también sienten que este tema va mucho más allá de las partes por millón.